Vulnerabilidades y fortalezas.

Mi naturaleza tiende al caos, a poner a veces los límites hacia donde no son, a asumir responsabilidades que no son mías, a alucinar cada vez que alguien me reconoce algo, a mirar a las personas de referencia cuando hago algo de lo que me siento muy orgullosa para reafirmar que es lo más o desinflarme porque tampoco es para tanto.

Tengo pocas personas referentes, pero todas ellas tienen un valor incalculable para mí. La única forma de romperme radica en el dolor que la vida les causa. Sería capaz de tirarme de cualquier altura si ellas me dijeran que saltara. Si me hiciera daño, jamás las culparía de nada.

Y te digo todo esto cuando una de mis mayores miedos son las alturas, ¿eh?. Aunque más miedo me da mirar a mis espejos y no tener certezas.

Con esas personas me pasa que las tengo todas. Aun sabiendo que son seres humanos y que hay un margen de error que los separa de todo aquello que es divino y, por tanto, perfecto. Y también sé que me han herido y lo pueden volver a hacer. De hecho seguro que lo harán. Y viceversa.

Tengo muchas conversaciones que me llenan el cerebro de ilusiones y algunas juegan un papel fundamental para ordenar mi cabeza. Otras veces, se sientan a ver como los grillos, mis grillos y yo, discutimos hasta agotarnos.

En algunas ocasiones llego a alguna conclusión. En otras, no.

Unas veces consigo ponerme en movimiento. Otras, no.

Observo a mini1 mirarme buscando mi aprobación y, aunque sé que es normal, me gustaría que en según qué cosas fuera un poquito menos como yo y un poquito más como los que se ponen el mundo por montera.

Estamos viviendo el quincuagésimo drama de esta cuarentena. Ahora no quiere los zapatos de su talla, quiere los zapatos pequeños. Llora cada vez que ve los zapatos nuevos y sale corriendo ante el horror de que sus pies toquen algo que no conoce. Y me da rabia ver que siga haciéndose daño pudiendo estar bien. Mira, otra vez como yo. Con los zapatos y con ciertas cosas de la vida.

Te cuento esto porque soy más humana, madre y mujer que psicóloga y mira que llevo 17 años ocupando casi la totalidad de mi tiempo en serlo. Psicóloga, digo. Estudiar una carrera, trabajarla y esforzarme a diario por ser buena en ello no quita que, cuando llegue a casa, se me amontonen las dudas, tenga que sentarme a tomar el té con algún miedo o me dé cuenta que de nuevo mi mente ha tendido al caos y me he hecho pequeñita sin ton ni son.

Hay cosas que se me escapan, no por falta de pericia sino por exceso de sensibilidad. Una sensibilidad con la que he aprendido a vivir en constante idilio aunque, como dice una maravillosa mujer que conozco, a veces tengo subidas de amor y desearía arrancármela de cuajo y ser esencialmente contrapuesta.

Menos mal que me dura poco. Sería imposible ser lo que soy sin esa parte.

No trabajaría como lo hago sin mis dosis de sensibilidad. No vería la vida como lo hago sin estas gafas bien de intensidad.

Cuando me he sentado a escribir no sabía muy bien qué necesitaba explicarte hoy. A medida que he ido conectando frases, he pensado que bajo ningún concepto subiría esta entrada en el blog. Luego he pensado que está bien conocer un poco a la persona que hay detrás de todo esto.

En fin, hemos aprendido a escondernos. Todo el mundo lo hace. Desde niñxs nos dicen “no llores, qué pensarán de ti”, “no rías tan fuerte”, “no compartas que te quedarás sin”, “mira que hacen los otros y tú sigues igual”. Allí donde fueres, haz lo que vieres. Es agotador. Simone Weil dijo que “la vulnerabilidad de las cosas valiosas es hermosa porque la vulnerabilidad es una marca de existencia”.

¿Qué hay más valioso que ser humana?

¿Te concedes la licencia de serlo?

¿De tener miedo? ¿De tener dudas? ¿De estar contenta contigo? ¿De querer tomarte unas vacaciones de ti?

¿De tener sueños? ¿De querer cumplirlos? ¿De ser responsable de tu bienestar? ¿De no pedir perdón por hacer algo bien o fatal?

En definitiva: Espero que sí. Deseo que sí.

Me despido deseando además que tengas salud, que seas feliz y que te vaya bien en la vida.

2 comentarios en «Vulnerabilidades y fortalezas.»

  1. Aunque nos han enseñado que siendo más seguros seremos más felices yo, humana imperfecta, encuentro la felicidad aun sabiendome con dudas muchas veces. Sabiendo que me fallo y que fallo a los demás. Que no siempre consigo estar a la altura. Y está bien. Porque así soy yo.
    Conectar conmigo y desconectar del mundo, a ratitos, es necesario.
    Me ha encantado esta entrada del blog. Especialmente esta.
    Gracias por ser tan sumamente generosa.

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    • Me encanta el concepto de humana imperfecta… yo creo, igual me equivoco eh, que el mundo es de las personas que viven sin demasiadas caretas. Hay que ser muy valiente para ser y validar la persona que eres. Tú lo eres, te beso

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