Último del ciclo de ejercicios.

Siempre he sido imposible para cerrar ciclos.

Si bien creo que el de ejercicios coronavíricos debe llegar a su fin, en realidad me da pena que se acabe.

Pero que se acabe no quiere decir que me vaya. Me ha costado un año y medio volver a escribir y me ha sentado tan bien que espero seguir con el hábito, pero de ahora en adelante voy a hacerlo con otros temas y también para nuevos proyectos. Vamos, que seguiré aquí y allí, en planes que quiero acercarte y que me hacen mucha ilusión.

Estoy hiperactiva a nivel creativo y estoy trabajando, por fin, en algo que hace años que tengo en mente pero para lo que nunca había tenido ganas o el tiempo suficiente.

Ese algo que está en el horno es el salto a la formación on-line. Tras 8 años de formaciones presenciales, ha llegado la hora de hacerlo. Así que aquí ando, entre varios proyectos, algunos en solitario y en otros, acompañada. E incluso en algunos de ellos, me acompaña mi querida compañera y amiga Magdalena Grande, lo que me hace mucha ilusión.

¿La conoces? Es una delicia de mujer y mi mejor catalizadora. El otro corazón y cerebro de Psicología del Bienestar. Compañera admirada y amiga amorosa. Un ser humano de calidad suprema.

Te invito, al igual que hice con Aina, a que la conozcas, la sigas y la disfrutes. ¡No te arrepentirás!

Como te decía al principio, me da pena cerrar este ciclo porque me ha dado muchas alegrías, ha desbordado mis emociones y me ha hecho sentir, sobre todo, una profunda gratitud.

Me han dicho muchas veces que debo tener más medida en esto de dar las gracias y siempre he pensado ¿qué pasa? ¿se me va a gastar la gratitud de tanto usarla?

No, no se gasta. Al contrario, se hace exponencial.

Y, si es cuestión de preferir, prefiero que la gratitud sea por exceso y no por defecto. Que las personas avariciosas en ella me dejan con sabor amargo.

Así pues, no se me ocurre mejor manera para terminar este proyecto que como lo empezamos: dando las gracias.

En primer lugar, vas a ir al rincón del reset y realizarás 5 respiraciones profundas y con atención plena.

Después, vas a darte las gracias repitiendo mentalmente las siguientes frases de forma consciente:

1. Gracias por los momentos de serenidad y paz en el día de hoy.

2. Gracias por el amor que hay en mi vida.

3. Gracias a las personas que hacen que mis días sean más fáciles.

4. Gracias por todas las veces que he sabido aceptarme tal y como soy.

5. Gracias porque sé que lo hago lo mejor que puedo.

6. Gracias por los ratos que me he permitido tomarme un respiro y conectar con el presente.

7. Gracias por todas las veces que me he priorizado, escuchando mis necesidades y aceptando mis limitaciones.

8. Gracias por todo lo que he observado y aprendido con estos ejercicios de meditación.

Repite las frases que más te gusten o formula las tuyas propias.

Ahora me gustaría hacer como en las novelas que,al principio, guardan  un lugar para los agradecimientos, aunque yo lo haga al final:

Primero a ti, por este viaje.

A mis amigas Paquita y Maria Antonia, por compartirme, recomendarme y ser mi altavoz.

A Aina Coll Comunica por ponerle los puntos, las comas y el sentido a todos mis escritos.

A mi compañero de vida por darme alas, espacio y tiempo para llevar esto hacia delante. Tener dos bebés intensísimos en casa, un trabajo y un master en curso nos obliga a funcionar como un verdadero equipo. Él es de los que nunca fallan y no tengo vida para darle las gracias por todo.

A Martí y a Pau, mis dos personas favoritas. Por llevar bien, la mayoría de veces, todas las horas que les estoy robando últimamente. Y, sobre todo, por ser uno de los motores más potentes que motivan todo cuánto hago. 

Me despido diciéndote ¡hasta la semana que viene!
Esperando que sigas constante con los ejercicios propuestos.
Deseando que tengas salud. Que te vaya bien en la vida.

¡Un abrazo enorme!

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