La rueda de hámster.

En general no se me da bien posponer lo incómodo. Siempre he pensado que es mejor ponerme roja una vez que amarilla doscientas veces. Suelo llamar a las cosas por su nombre, a no usar eufemismos y a ser coherente con aquello que veo y siento que (para mí) no está bien.

Y sí, llegadas a este punto te confieso que:

  1. Me ha dado muchos problemas tirar por lo recto. No a todo el mundo le va bien esta forma de hacer y sé que a veces he atropellado, sin querer hacerlo o sin querer evitarlo.
  2. Me he frustrado mucho en esta vida.

En general vivo con la premisa de: vive y deja vivir, así que lo incómodo no suele ser lo habitual en mi vida. Pero cuando ocurre, solucionarlo se convierte en un acto de amor propio:

  • Decir a quién provoca esa incomodidad ese socorrido “no es por ti, es por mí” aunque ahora le añado el “que no me lo merezco”.
  • Soltar aquellas situaciones en las que no me siento en sintonía.
  • Y, por supuesto, reconocer que me equivoco, pedir perdón, recalcular las rutas que haga falta, desdecirme y cambiar de opinión.

Te dejo este mini guion por aquí por si te puede ser de ayuda y sigo.

¿Y tú? ¿Cómo haces para volver a estar en sintonía? Os preguntaba hace unos días y veo (otra vez) que al final a todos nos incomodan más o menos las mismas cosas.

Para seguir con las confesiones. estoy en plena crisis existencial. Aunque bien pensado sería media crisis: el quién soy me lo respondí en la anterior, ahora me pregunto: ¿a dónde quiero ir?

Desconozco la media de momentos reflexivotrascendentales habitual en la población general. Yo, como buena intensa, voy a una por trimestre que está tan bien como no tener durante años.

A lo que voy. Llevo un año trabajando de forma frenética y estudiando mucho y en algún momento de tanto frenesí se me ha olvidado que no tengo que estar en esta rueda de hámster 24/7, que parar es necesario, que predicar el autocuidado está muy bien, pero practicarlo aún más.

Y aquí estoy, acabo de terminar el horario que me he prometido seguir a partir de febrero. Sintiendo que me he salvado por poco de ser engullida por un sistema que siempre pide más para que así nos sintamos poca cosa y entonces vendernos más de algo que tampoco necesitamos. Si el infierno se parece a algo yo diría que es a esto.

Necesitar, lo que se dice necesitar, es relativo y personal, aunque universal es el socorrido: tranquilidad.

En realidad yo venía a esto, a hablaros de estar en calma y como (volver a) instaurar y mantener un estado de serenidad.

Estar en calma va muy ligado a tus necesidades, a tiempo y espacio, a límites, a tu esencia, valores y apoyo real.

Primer ejercicio:

¿Cómo estás?

¿Qué necesitas?

Si has estado en terapia conmigo, en los grupos de mindfulness, formaciones o me lees de forma habitual, sabes bien que reniego de todo aquello que parece muy brillante, muy fácil de consumir, muy bonito y que luego no tiene nada. Lo digo porque darle salida a tus necesidades no siempre es fácil y ahora, pandemia mediante, aún menos.

Además de una sociedad en el que nos están empujando a crear constantemente, a ser mejor que el vecino, a estirar el día como si de un chicle se tratara, que recibimos consejos e información de calidad cada 3 minutos… es muy fácil despistarse.

Sirva mi rueda de hámster como ejemplo.

Pero bueno, lo primero es tener claras TUS necesidades y posteriormente me veo obligada a preguntarte:

Segundo ejercicio

¿Qué tiempo le dedicas al día o a la semana a cubrir esas necesidades?

Si el tiempo dedicado es escaso, si lo urgente siempre tapa lo importante (véase importante aquello que para ti lo es), si no ves el hueco…

Tercer ejercicio

¿Hasta cuándo podrás mantenerlo así? O igual te resulta más fácil responder a ¿qué consecuencias tiene para ti y tu calidad de vida seguir por aquí?

Cómprame lo anterior mientras te recuerdas que a veces no te queda otra opción. En realidad casi seguro que la hay, pero puedes no verla y/o no quererla.

Cuarto ejercicio

Darte tiempo, darte espacio y darte permiso:

  • Para ir a tu ritmo cuando vas a la deriva y cuando coges rumbo.
  • Entender que es necesario priorizarte y estar un tiempo hasta que te encaje como hacerlo.
  • Para bloquearte y desbordarte.
  • Para cansarte y empezar de nuevo. Un nuevo comienzo en el que también estés para ti.

Sobre poner límites.

Mucho cuidado con convertir la búsqueda de tu paz en otra excusa para hacerte daño. Lo digo porque está bien recordar que “haces lo que puedes”. De verdad.

Tu cerebro a veces fluye y otras se bloquea. Más que exigir “que haga lo que le toca” busca encontrar “por qué me está costando tanto hacerlo” (de nuevo te invito a ir a terapia).

En resumen:

  1. La calma implica introspección.
  2. Introspección para saber qué necesitas y para saber qué te motiva a conseguirlo o que te bloquea en el intento.
  3. Ponerle límites a tu exigencia y, en la medida de lo posible a un entorno que hoy más que nunca está crispado. Estamos viviendo una pandemia que nos tiene a todos desubicados. Incertidumbre y miedo en resaca constante.
  4. Lo estás haciendo bien.

Me despido no sin antes desear que seas feliz, que tengas salud y que te vaya bien la vida.

Deja un comentario