Salud y salud mental

Empiezo la primera entrada de blog hablando precisamente de salud y salud mental. Me parece imprescindible haceros llegar las definiciones que la OMS (Organización Mundial de la Salud) tiene sobre los dos conceptos que acabo de introducir:

Salud: es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades. Como veis no se trata sólo de la ausencia de enfermedades sino de un bienestar completo, también y necesariamente bienestar mental.

La salud mental se define como un estado de bienestar en el cual el individuo es consciente de sus propias capacidades, puede afrontar las tensiones normales de la vida, puede trabajar de forma productiva y fructífera y es capaz de hacer una contribución a su comunidad.

A continuación os dejo una muestra de datos sobre salud mental en estos últimos años en nuestro país:

  • El 9% de la población española padece en la actualidad una enfermedad mental.
  • En España, algo más del 19% de la población padecerá un trastorno mental a lo largo de su vida, cifra que se incrementará considerablemente en el futuro.
  • Más de la mitad de las personas que necesitan tratamiento no lo reciben y de las que están en tratamiento, un porcentaje significativo no recibe el adecuado.
  • Se estima que la repercusión económica de las enfermedades mentales en España tuvo un coste total, en 1998, de 3.005 millones de euros.
  • El 40% de los españoles padece ansiedad o depresión al menos una vez en su vida.
  • Entre el 8% y el 15% de las personas sufrirán depresión a lo largo de su vida.
  • Según el INE (datos del 2010) en nuestro país se suicidan 9 personas cada día. Hay más muertes debido al suicidio que por accidente de tráfico.
  • En 2014 ha habido 105893 divorcios, nulidades y separaciones.
  • Más de 28.000 jóvenes sufrieron anorexia o bulimia en 2013 (tendencia que sigue en aumento)
  • Un tercio de la población española sufre trastornos del sueño.
  • Los trastornos de personalidad suponen una prevalencia de entre un 5-15% de la población general en España.
  • En 2011 se registraron en España 50.281 admisiones a tratamiento por abuso o dependencia de drogas (sin contar alcohol ni tabaco).

Debido a los datos estadísticos y de prevalencias acerca de los diferentes trastornos mentales, el coste económico que suponen y la falta de calidad de vida de las personas que los sufren, los países desarrollados hacen esfuerzos para prevenir y promover la salud mental así como establecer protocolos de actuación necesarios para garantizar una buena calidad de vida en sus ciudadanos. Tal es el compromiso que la OMS está llevando a cabo un Plan de Acción (2013-2020) que tiene como objetivos principales proporcionar en el ámbito comunitario servicios de asistencia social y de salud mental completos, integrados y con capacidad de respuesta (con protocolos y prácticas basados en la evidencia, que incluyan la intervención temprana, la incorporación de los principios de derechos humanos, el respeto a la autonomía individual y la protección de la dignidad de las personas) y poner en práctica estrategias de promoción y prevención en el campo de la salud mental (mediante leyes, fomento de los derechos, las oportunidades y la atención de personas con trastornos; intervención temprana mediante la detección precoz, prevención y tratamiento de los problemas afectivos o de conducta, instaurar condiciones favorables y de trabajo…).

Por todo ello, los/las psicólogos/as somos profesionales en formación continua (estamos en permanente reciclaje) para ser capaces de comprender, analizar y explicar el comportamiento humano. Todo ello basado en la evidencia científica.

Algunas de nuestras funciones son las de evaluación, diagnostico e intervención al paciente con el fin de que adquiera todas las habilidades necesarias para poder corregir, mejorar, adaptar o aceptar aquellos aspectos de su vida que en un momento u otro le resultan un problema (en próximos post ya hablaré de las demás funciones y ámbitos de actuación).

Además del aumento de los trastornos mentales, las demandas terapéuticas a los psicólogos sanitarios/clínicos han cambiado considerablemente en los últimos años. Además de consultar por los cuadros clínicos tradicionales (depresión, trastornos de ansiedad, esquizofrenia, adicciones, entre otros), se consulta también por problemas menores, derivados de una exigencia de una mayor calidad de vida por parte de los pacientes. Estos problemas, que no constituyen propiamente trastornos mentales, reflejan una patología del sufrimiento o de la infelicidad, es decir, una situación de insatisfacción personal a la que hay que buscar algún tipo de respuesta asistencial al margen de los centros de salud mental. Entre ellos se encuentran el duelo por la pérdida de un ser querido, los conflictos de pareja o la ruptura de pareja no deseada, las dificultades de convivencia con los hijos adolescentes, los problemas de estrés laboral, el dolor crónico, la adaptación a nuevas situaciones en la vida o la convivencia con enfermos crónicos o incapacitados (Echeburúa, Corral y Amor, 2002).

La sociedad avanza a un ritmo increíble, y los profesionales que trabajamos por y para vuestra salud y bienestar estamos adaptándonos a todas esas demandas y necesidades, investigando, previniendo y promoviendo una buena calidad de vida.

Precisamente por la buena labor que se está realizando y el cambio de mentalidad que poco a poco va haciendo la sociedad ir al psicólogo ya no es algo de lo que nos escondamos. De todas formas, de vez en cuando, aún se escucha que ir al psicólogo es cosa de locos. ¿De verdad?

Todos en un momento u otro de nuestra vida nos vemos superados por las circunstancias. Es un acto de valentía el tomar la decisión de pedir ayuda y afrontar que no somos superhombres ni supermujeres exentos de sentimientos negativos. A todos nos pasan cosas que no nos gustan. Estamos tristes, frustrados e inseguros. Y tenemos miedo, fobias y pequeños o grandes fantasmas que nos dificultan nuestra vida cotidiana. Todos llevamos una mochila cargada de piedras (más o menos pesadas) de despedidas forzadas, de decisiones que no han sido las mejores, de pensamientos intrusivos y destructivos, de esos sentimientos negativos que hemos aprendido a esconder… A veces es tan simple como pararnos y asumir que debemos trabajar en nosotros, por qué nos hemos olvidado de cómo se hacía eso de querernos, respetarnos y mimarnos. Que no estamos en el sitio o con las personas correctas, que quizás yo no soy la persona correcta para mí.

Nos cuesta mucho aceptar los cambios. Y aún más aceptar que no estamos bien. Que necesitamos que alguien nos guie, oriente y ayude. Mi primer consejo es que ese alguien debe ser un profesional competente y formado para ello.

Bueno valientes, ya os he dejado un par de ideas…

Deja un comentario