Lo que me pido para el 2016…

Hola de nuevo,

Que la Navidad ya está aquí es un hecho. Del mismo modo, que asociamos estas fiestas con más comida, más bebida, más gasto. La tendencia general al buen humor, al afecto, a estar más apegados a los nuestros. Y muchas veces la Navidad implica forzar: la cartera, el estómago, el hígado y la sonrisa. La realidad es que algunas personas están más tristes en Navidad: echan de menos a alguien (o de más a veces pasa), deben estar alegres, contentos, felices… cuando en realidad quizás están tristes, asustados, solos o infelices.

Seguramente mientras me leéis habréis pensado en que en vuestro entorno hay alguien que es la misma encarnación de un elfo-ayudante de Santa Claus. Casa decorada, menús planteados hace meses, regalos comprados, modelos para cada acto social clarísimos. Esta gente no son sólo nuestros pequeñines. Hay adultos que son la pura magia de estas fiestas. Y confieso, que el simple hecho de pensar en ellos me alegra tanto como ver a los niños con los ojos como platos mirando las luces de nuestras ciudades, haciendo la carta o jugando en esas sobremesas con sus primos o amiguitos. Son la ilusión hecha personitas, personas, personazas o personajes. Ilusión. Ese brillo que nos rebosa cuando somos unos pequeños seres humanos increíbles, cuando nos enamoramos, cuando empezamos un proyecto… ilusión que poco a poco vamos tapando de otras cosas, también interesantes y necesarias, pero menos divertidas.

Del mismo modo seguro que también pensaréis en alguien que estas fechas le suponen una sobrecarga a todos los niveles. Personas que por circunstancias estaban flojitas antes de que todo el mundo fuera tan aparentemente feliz. Esas maravillosas personas que necesitan un extra de cariño, de abrazos y besos. Pero sobretodo respeto. Que se permitan hacer en todo momento sólo hasta donde se vean capaces de hacer. Que les permitamos hacer sin exigir, ser sin aparentar y estar, en definitiva, cómodos con nosotros.

Al principio del post hablaba de las tradiciones de la Navidad. Otra de las que tenemos es proponernos cosas. Algunas de ellas aparecen en la lista cada año: comer mejor, beber menos, hacer más deporte, gastar menos, viajar más, aprender algún nuevo idioma… ¿Habéis pensado ya en vuestros propósitos para el 2016?

Yo si lo he hecho.

Primero he analizado los propósitos de los últimos años y siéndome muy sincera empeño imaginativo antes de las uvas si pongo, pero después de ellas… se me olvidan. Casi todos por falta de tiempo, de ganas, de dinero, de voluntad y de constancia.

Así que he decidido ser práctica este año, voy a proponerme una única cosa: cuidar mucho y muy bien de mi misma. Parecerá muy egoísta quizás… per bien mirado creo que son todo ventajas. Me explico:

  1. Si cuido de mi sabré escucharme. Algunas de las preguntas que me voy a hacer son las siguientes: ¿Qué pienso? ¿Qué siento? ¿Qué quiero? ¿Cómo puedo conseguirlo? ¿Me hace feliz? ¿Me siento bien aquí y ahora? ¿Es esto que me preocupa realmente tan importante? ¿He aprendido algo? ¿He sido leal conmigo misma? Las respuestas a estas preguntas sólo me llevaran a encaminarme hacía el segundo punto…
  2. Valorarme. Valgo siempre, en todo y para todo. No voy a castigarme más por mis errores. No voy a echarme en cara todo lo que no hice o pude hacer mejor. A tiempo pasado todas las respuestas se ven claras. Si me valoro voy a dejar de juzgarme siempre de forma tan estricta. Y voy a quererme en todo momento y no sólo si hago las cosas bien.
  3. Respetarme. Que palabra. Si me escucho y me valoro será más fácil respetar mis deseos, necesidades, emociones y pensamientos. Los míos valen tanto como los de todos. No más, pero tampoco menos.
  4. Darme mimos: tanto físicos como afectivo-emocionales. Abrazarme, darme caprichos, estar conmigo misma, buscar tiempo por y para mí. Sin sentirme egoísta, sin robar tiempo a nada. Por qué creo firmemente que todos tenemos al menos cinco momentos al día para decirnos cosas buenas a nosotros mismos, tomarnos una ducha un poco más larga, mirarnos al espejo y sonreírnos, escuchar nuestra canción favorita, dar un pequeño paseo al sol…
  5. Centrarme en las cosas y personas que son realmente importantes. Lo demás, aunque suene a tópico, es superfluo. Las cosas pueden ser más fáciles una vez estamos donde y con quien queremos estar. Haciendo (no siempre, sería utópico pero más a menudo) esas cosas sencillas que tanto nos gustan.
  6. Aportar más sonrisas a mi día a día. Yo creo que con todo lo anterior la sonrisa vendrá sola. Decía Chaplin que un día sin reír es un día perdido. Y de cada vez creo que tiene más razón. ¿Qué te hace reír hasta en los días de mayor tormenta mental? Podemos prepararnos un kit de primeros auxilios para esos días. Abrir sólo en caso de emergencia.
  7. Voy a buscar mi tranquilidad. Alejándome de todas las personas, situaciones, circunstancias tóxicas que pueda. Yo no elijo algunas de las cosas externas que me ocurren. Pero si elijo acercarme a ellas o alejarme totalmente. Y he decidido que el 2016 será el año de librar las batallas justas. Ni una más.
  8. También voy a tomarme menos enserio. Cómo digo muchas veces a mis pacientes: no vemos la vida tal y como es. La vemos tal y como somos/estamos nosotros. Si nos complicamos la complicamos, si vamos un poquito más ligeros de equipaje (poses, necesidades irreales, enfados tontos, malestares innecesarios, personalizando todo a nuestro alrededor…) todo será más fácil.

Como veis, tengo un único propósito y deseo: CUIDAR MUCHO Y MUY BIEN DE MI MISMA. No dudo que eso me hará un poco más feliz. Con suerte contagiaré ese propósito a alguien cercano, o a alguno de vosotros que me lea. Y así quizás provoquemos una pequeña cadena de bienestar. Nadie cuida de uno como lo hacemos nosotros. Y como dije un día, NADA SERÁ MÁS TUYO QUE TÚ.

Nos leemos en unos días,

Salud!

Deja un comentario