Suelta

Una de las situaciones que veo mucho en consulta es el dolor que sentimos al seguir aferrados a personas que no nos aportan nada positivo. Dejar ir a quien nos resta, nos angustia, nos duele… a veces resulta muy difícil.

Esa persona puede ser un familiar, nuestra pareja, un amigo de toda la vida… y ¡claro! Pensamos que es egoísta alejarnos de ellos. Llevamos mucho tiempo conviviendo o queremos muchísimo a esas personas. ¿Cómo vas a soltar? Tiene que haber otras opciones. Las intentas. Todas. Nos han enseñado a luchar, a no darnos por vencidos, a demostrar las cosas. A estar a las buenas y a las malas.

Pensamos que ya se nos pasará, que tampoco es para tanto. Justificamos su comportamiento, nos da pena alejarnos, o tememos enfadarlos. ¿Y qué diremos? ¿Cómo vamos a explicarle a los demás que ya no. Que nos hemos quitado?

Mientras lo intentamos o nos engañamos con un cambio externo que es poco probable que llegue, seguimos enfermando, angustiados, ansiosos, deprimidos…

Mi pregunta en estos casos suele ser siempre la misma ¿hasta cuándo?
La respuesta también suele ser la misma: ¿Cómo?
¿Hasta cuándo vas a poder sostener esta situación de malestar?
Silencio
¿Hasta cuándo vas a desoír lo que tu cuerpo y tu alma te está pidiendo?
Silencio
¿Esta persona te hace daño?
Si
¿Por qué sigue estando en tu vida?
Es que es mi [añade vínculo] y [añade justificación]
¿Por qué sigue estando en tu vida?
Silencio

Entonces,

¿Qué nos mantiene unidos a las personas que nos hacen daño?

Vínculo/apego insano o el miedo. Otras opciones serían la dependencia emocional o la necesidad. Pero hoy reflexionaremos sobre las dos primeras.

Apego: Me da la sensación que entendemos apego como algo demasiado vinculante, posesivo, estable en el tiempo e inadaptado a las circunstancias. Con esto no digo que crear lazos sea malo. Digo que mantener lazos que nos destruyen es insano. Y peligroso. Vivir de recuerdos, o de lo que un día fuisteis el uno para el otro, vacía.

Miedo, nuestro eterno amigo. Obviamente el miedo es una emoción evolutiva y necesaria pero que nos produce fuerte malestar cuando vivimos atrapados dentro de él. En otra era teníamos miedo a que nos comiera un depredador, tenía su lógica vivir preparados para hacerle frente a la situación.

¿Pero que gran depredador tenemos ahora que nos hace estar siempre en alerta?
¿Quizá el miedo al qué dirán?

Estamos en escrutinio constante, sometidos a lo que es correcto o incorrecto. ¿Quién lo ha decidido?
A lo que debemos o no sentir, hacer y pensar. ¿Hay un estándar? ¿Una forma mejor que la otra?
A ser correctos, coherentes y atarnos de por vida. Si la situación cambia, si la otra persona cambia o lo hacemos nosotros. Si hace tiempo que no somos felices. Si no queremos más. ¿Qué estamos haciendo?
A ceder, a vivir alguna que otra mentira, a imponernos lo que no somos por agradar… ¿y tú te agradas a ti mismo?

Comparándonos. Con nuestros familiares, amigos, anteriores parejas, con nosotros mismos hace un año o un mes. Deseándonos mejores. Más felices. Exigiéndonos siempre más, y no hablo de algo económico (que también) sino algo personal.

Mostrándonos en un escaparate, que son las redes sociales, siempre exponiéndonos, mirando, contando lo que queremos que los demás crean saber de nosotros mismos.
En bucle de felicidad e intensidad de sentimientos. De guapas no, lo siguiente (que no sentimos).
De frases hechas, de momentos compartidos con todos los que quieran mirarnos.

¿Quizá esto nos obliga a mantener por encima de nuestras posibilidades al personaje?
Si. El personaje que TODOS tenemos. El que a veces nos viene grande y otras muchas, la mayoría, es una vil caricatura de quienes somos.

El que quiere quedar bien, el que nunca dice que no, el que no puede cambiar de idea, el que tiene que [añade la obligación que quieras], el que no va a dejar a nadie «tirado», el comprometido con todos menos consigo mismo (para eso no hay tiempo, ni ganas, ni sabemos por dónde empezar).

Quítate la careta, mírate al espejo, quiere a la persona que tienes delante, respeta tus cambios de opinión. Lucha por lo que te hace sentir bien, no te quedes atrapado en una relación que te destroza.
Suelta a todos los que te restan energía, sonrisas, aprendizaje. Aquellos llenos de envidia, mentiras, manipulación, chantaje… o simplemente que desoyen tus necesidades, que no se alegran por tus éxitos, que no están.

Prueba a ver qué pasa, quizás… no se… tienes energía para ti y para tratar de ser feliz, y hacer felices a quienes si te aportan algo ¿no crees?

Deja un comentario