Croquetas

¿Qué te ha parecido el título?

Creo que fue la vecina rubia que dijo algo así como “no puedes gustarle a todo el mundo, no eres una croqueta”. Me encanta la frase, tanta razón de forma tan simple.

Vamos al lio.

Por favor, contesta en voz alta con un sí o un no si tiendes a:

  1. Ante los desplantes e injusticias no reaccionar de forma sana para ti.
  2. Ídem anterior cuando hay malas palabras y malos gestos.
  3. Si los demás hacen cagadas estoicas y con suerte culminan con un tímido “perdón” aunque en 8/10 veces es con un “como si nada”.
  4. Si consideras que te exigen lo que no dan. De hecho, donde las dan no las toman (ni te atrevas).
  5. Al parecer te rodean personas con una piel extremadamente fina, sensible a todo, muy observadoras y con altas capacidades en cuanto a juzgar conductas ajenas. Tú, en cambio, debes de tener callos en el alma. Parece que recibes taza y media de todo lo que a ellos no se les puede hacer.

¿Te resulta familiar lo anterior?

El mini cuestionario anterior no tiene ninguna validez científica (aún) pero si has contestado que sí a la mayoría, ¡ay amiga! vamos a tener que revisarte.

Por favor, no te enfades conmigo. Te doy la razón en muchas cosas, por ejemplo, que el interés mueve montañas, que donde dije digo, que a Diego le gusta el postureo, que hay personas a las que les importa un pimiento arrollar a otras.

Y, sobre todo, que no puedes culparte de lo que los demás hacen y cuyas consecuencias te causan dolor.  

Seguramente llevas mucho tiempo deseando poner límites, teniendo conversaciones en las que dices cuanto te duelen las cosas (palabras que nunca salen de tu cabeza), sintiendo rabia y tristeza cada vez que te sientes pisada. Quizás has llegado a pensar que no sabes, que no sirves, que eres una dramática, que nunca estás conforme, que eres demasiado sensible, que [inserta explicación aquí].

Puede que seas 1/5* personas sin habilidades, pero si tuviera que apostar algo diría que muchas veces (muchas, muchas, muchas) no es que te falten herramientas, o que no te des cuenta, o que no seas consciente del dolor. Lo que pasa (todas esas muchas veces) es que crees que no tienes que (o sí debes de) aguantar lo que te venga por miedo (terror) a que los demás se enfaden contigo/ piensen mal de ti/ se alejen/ dejen de quererte.

Amiga, hemos topado con algo muy grande. Es una creencia irracional y dice así:

Necesito ser amada y aprobada por todas las personas significativas para mi.  

A veces es tal la dictadura establecida por esta creencia, que se hace extensivo a todas las personas. En general y a lo loco.

Doloroso.

Insano.

Imposible.

Creencias irracionales.

Propuestas por Albert Ellis y definidas como los filtros a través de los cuales percibimos la vida. Estos filtros intervienen en todos los procesos psicológicos básicos: atención, emoción, pensamiento, percepción, procesamiento de la información, memoria.

Así pues, si yo estoy con mi filtro de búsqueda incansable de aprobación y amor, todo cuanto hago, observo, recuerdo, pienso y siento se verá teñido de esa necesidad. Lo traduzco:

Pensamiento: tengo que, no debería de, se enfadarán si, podría esforzarme más para, haré lo imposible por.  
Emoción: culpa, vergüenza, decepción conmigo, enfado, frustración, miedo, tristeza. Sensación de estar agotada, ansiedad.   Conductas: no poder/querer/saber decir que no, no poner límites, no poder dejar relaciones que son horribles, no poner en valor tus necesidades, sobre compensar…

Consideraciones iniciales (esto no sustituye una terapia):

  1. Es imposible ser amada y aprobada por todas las personas que nos rodean, que querríamos, o que son significativas.

Es verdad que nuestras acciones hacen que los demás estén más o menos próximos a nosotros hay una parte (la mitad de todo, de hecho) que solo depende de ellos. Puedes estar rompiéndote en pedazos para que una relación siga hacía delante, pero ¿qué pasa cuándo el otro ya no quiere seguir ni contigo por completo ni a trocitos?

  • Estás asentando tus relaciones sobre una base pantanosa que es que tienes la obligación de buscar de forma incansable su afecto y aceptación. ¿Estás siendo sincera con la mayoría de tus interacciones? ¿Lo haces por qué quieres o lo haces por miedo a perder?
  • Si necesitas ser aprobada por todas las personas que te rodean, estarás basando tu vida en conseguir esa meta, para ello cederás, servirás y dejarás constantemente tus necesidades a un lado. ¿Quién puede estar mentalmente sano en estas condiciones?
  • ¿Qué pasa cuando no lo consigues? ¿Cómo te sientes? Seguramente el batuburrillo emocional de decepción, frustración, enfado, miedo, incertidumbre etc, te hace buscarlo con más insistencia. Buscar algo que no es posible es una forma cruel de perder vida.

Poniendo el foco en ti (insisto que esto no sustituye una terapia):

  1. Conviértete en alguien positivo y sano para ti:
  • Haz una lista de cómo cuidas a las personas a las que quieres.
  • Convierte esa lista en objetivos hacía ti.
  • Sé constante en cumplir con la lista.
  • Reconócete los avances.
  1. Márcate límites:
    • Obsérvate ante tu forma de actuar: de lo más evidente (no decir que no) a lo más sutil (recriminarte por estar molesta con alguien).
    • Siéntate a hacer un balance: costes-beneficios para decidir si sigues desgañitándote para los demás o empiezas a cuidar un poco de ti.
    • Si decides que hay algo que cambiar, haz una lista de ítems de menor a mayor dificultad y de fuera (personas alejadas a tu entorno importante) hacía dentro (tu gente).
  1. La previsión es siempre una buena compañera, por ello, prepárate una especie de botiquín de primeros auxilios psicológicos para manejar las emociones intensas que pueden ponerse en marcha una vez te decidas a:
  1. Ponte a prueba. Arranca, de verdad, inténtalo. Obsérvate, date tiempo para perfeccionarte, evalúate no solo en la ejecución sino en las consecuencias que tiene a medio/largo plazo para ti.

Por último, buscar menos la aprobación de los demás y más la tuya. Buscar menos el consuelo en los demás y mirar más en ti, entender que el amor que das es el amor que debes recibir y que para que este no esté envenenado debe ser sincero y justo.

Los demás no pueden, ni deben, satisfacer a ese monstruo que crece y te arrolla. Siempre van a acabar agotándote y decepcionándote pues la exigencia raras veces se queda dentro de uno. La proyectamos en los demás.

Me despido no sin antes desearte que seas feliz, que tengas salud, que te vaya bien en la vida.

¡Nos leemos pronto!

Me he inventado las proporciones. *

Deja un comentario