Día 8.

Hola, ¿cómo estás? Espera.
Tómate unos segundos para contestarte mentalmente.

Ayer me hice esta pregunta y no estoy segura de haber sabido responderla de forma absolutamente sincera.

Lo que sí te puedo decir abiertamente es que echo mucho de menos el contacto directo con mi gente. Abrazar y oler. No sé a qué abrazo voy a correr primero cuándo todo esto pase, pero que me cojo el día libre para ir de uno al otro es oficial.

Dejo a modo de recordatorio (para ti y para mí) esta frase de Gabriel Rolón: “Si hay algo parecido a un milagro es el amor. Cómo si en un abrazo pudiera recuperarse por un momento algo que está perdido para siempre.”


Ahora ya sí, ¡al lío! Te propongo dos ejercicios:

  • Para el primero necesitas 10 minutos. Ponte alarma. Ve a tu rincón de meditar y cierra los ojos. Visualízate en un prado, tumbada. Observa el cielo que es de un azul eléctrico. Precioso. A tu alrededor todo es hierba, flores y pájaros. La vida que no se detiene. Trae a tu conciencia el olor a campo. Los sonidos de la leve brisa moviendo las hierbas, las flores silvestres, las hojas de los árboles. Escucha los pájaros en esta fiesta primaveral. Junto a ti hay un bloc de notas y un boli. Cada vez que tu mente se distraiga con algún pensamiento, emoción o sensación que no sea estar en ese prado observando el cielo, los árboles y los pájaros, lo anotarás en una hoja, la arrancaras y dejarás que el viento se la lleve. Tras hacerlo vuelves a poner tu atención en el prado, en tu respiración y en tu cuerpo.
  • Escribe en un cuaderno la siguiente pregunta: ¿cómo estoy? Y escribe abajo la respuesta. Volveremos a ello más adelante.

Te abrazo.

Me recupero.

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