Penúltima.

Acabo de ver un vídeo maravilloso de lxs bailarinxs de la Ópera de París, que desde sus casas han interpretado una canción de Prokofiev a modo de tributo a los sanitarios.

Lo de la canción de Prokofiev lo he sabido porque así lo han compartido, no te vayas a pensar que tengo semejante cultura musical. Yo soy más de Guetta. 

También he visto el homenaje que la plantilla de un hospital español le ha rendido a un taxista que transporta de forma gratuita a enfermos del coronavirus desde sus casas al hospital y del hospital a sus casas.

Para seguir para bingo, he visto el vídeo de una enfermera a la que aplaudían en cada rellano (mientras subía a su casa) y le daban dibujos. Y ella lloraba emocionada en cada portal mientras recogía los dibujos y se sonrojaba con los aplausos.

¿Tú los has visto?

Con ellos, me he dado un baño de solidaridad, empatía y amor para compensar un poco el desgaste de leer, ver y escuchar a tanto hater y tanto experto de sofá.

La belleza humana vs la bajeza.

El amor vs el miedo.

La resiliencia vs el caos.

Podría, quizás, evitar cualquier vistazo a lo que ocurre. Seguramente tendría menos regusto amargo, pero también me perdería muchas cosas preciosas.

Al final es como todo. La vida con sus sumas y sus restas.

Este es la penúltima entrada de blog de cuarentena. Han pasado ¿seis semanas? ¿Siete? Echo la vista atrás y parece que ha pasado un año con todas sus estaciones, luces, sombras, celebraciones y días de la marmota.

Para mí esto ha sido, de alguna forma, terapéutico. He vuelto a escribir, a hablarte en primera persona, a mostrarte una parte de lo que soy y de lo que hago sin filtros y sin pretensiones, alucinando a cada paso con tu acogida.

He sentido pudor y cierto miedo porque la presencia de un profesional en redes es una responsabilidad. No vale cualquier cosa y no está bien cualquier mensaje. Y yo, que prefiero llamar poco la atención, me he acabado sintiendo cómoda de nuevo teniendo la tuya.

En fin, hemos hecho un buen recorrido a través de ejercicios sencillos para conectar de forma más consciente con el aquí y el ahora y con el autocuidado. Hemos practicado el cuidarnos para cuidar, acompañar y convivir mejor con los que nos rodean.

Hace unos días te propuse varios movimientos compasivos: caricias y majes (masajes en el dialecto de mini1) en manos, cara y un abrazo.

Hoy, te voy a pedir que vayas a tu lugar de meditar y te pongas música relajante y a un volumen suave.

Primero, conecta con tu respiración a su ritmo natural. Dejarás pasar cualquier pensamiento, emoción o sensación y pondrás toda tu atención cada vez que cojas aire y lo sueltes. Si quieres, para que te resulte más fácil,al inspirar vas a pensar 1 y al soltar el aire, 1. Inspiras 2, sueltas 2. Coges aire 3, espiras 3. Así hasta llegar a 10. Y cuando llegues a 10 vuelves a empezar. Realiza esta primera parte durante unos minutos.

Segundo, pon las dos manos en el corazón (otro gesto compasivo) e inicia un recorrido por todas las fases de tu cuarentena. Vas a felicitarte y a reconocer todo aquello que has gestionado como deseabas. Vas a pararte en los momentos de paz, video llamadas con amistades y familia, en las risas con tus hijxs, en la alegría de tu mascota, en todas las veces que te has reinventado, en tu resiliencia.

En este momento en el que estamos tan preocupados por nuestra salud, nuestras familias, nuestras amistades y por el trabajo; en este momento en la que hemos dejado de celebrar, en la que no sabemos hasta cuándo ni cómo volveremos a la normalidad, necesitamos parar y tomarnos un respiro.

Por eso, cada vez que seas consciente de que tu atención se ha ido vuelve a llevarla a tus manos, que están en tu corazón, y vuelve a conectar de nuevo con los momentos serenos e incluso felices dentro del caos. Hazlo cada vez que sea necesario.

Lo estás haciendo lo mejor que puedes.

Me despido dándote un abrazo como siempre.

¡Hasta la próxima! 

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